Comienza por la amabilidad

Lee cómo Jamil C, Secretario Regional de IFES MENA, encontró a Cristo cuando era un estudiante internacional en Francia.

Hoy me siento honrado de servir como Secretario Regional de IFES MENA. Mi viaje a la fe comenzó cuando un grupo de estudiantes franceses me mostró su amabilidad, siendo yo estudiante internacional procedente de Túnez. Esta es mi historia.  

Hacia el final de mis estudios de arquitectura en París, me tropecé con una mesa de libros organizada por Groupes Bibliques Universitaires o GBU, el movimiento IFES en Francia. Los estudiantes cristianos de allí me invitaron a una serie de conferencias acerca del islam y el cristianismo impartidas por Chawkat M, que en esos momentos trabajaba con IFES en París y era el responsable de las relaciones con los estudiantes árabes y musulmanes. Al principio, decidí participar por contradecir al orador y probar la superioridad teológica del islam. Sin embargo, me sorprendió que a pesar de mis preguntas a veces provocativas, los estudiantes cristianos siempre respondieron con muchísima amabilidad. Me impresionó tanto su actitud cortés y gentil que cuando regresé a Túnez, decidí llevarme uno de los evangelios. Cuanto más leía las palabras de Jesús, más preguntas tenía.  

Mientras estas preguntas ardían dentro de mí, comencé a escribirlas en cartas a mis amigos cristianos. Pasé los próximos meses enviando preguntas por correo (no había correo electrónico en ese momento) y esperaba dos semanas para cada respuesta.  

Fue durante este tiempo que Chawkat me puso en contacto con una pareja misionera que estudiaba árabe en Túnez. Me reuní con estos nuevos amigos cada domingo por la noche para leer la Biblia juntos. Tan solo unos meses más tarde, decidí entregarle mi vida a Jesús. La vida era pacífica hasta que un día mi hermano mayor me siguió hasta su casa. Unos minutos después de entrar en su casa, sonó el timbre y mi hermano estaba en la puerta. Cuando mi amigo lo invitó a entrar, mi hermano vislumbró la Biblia sobre la mesa. Se quedó tan solo cinco minutos, explicando que solo quería saber quién estaba reuniéndose con su hermano. Luego se fue.  

Al día siguiente, mi hermano me visitó en el trabajo. Me pidió que cortase todos los lazos con los cristianos y que regresara al islam. Me dio una semana para reflexionar antes de que se viera obligado a compartir las noticias con mi familia. Una semana más tarde, volvió para conocer mi respuesta. Cuando no escuchó lo que quería, regresó a casa para contárselo a toda la familia. Esa noche, nuestra casa estaba llena de gritos y llantos, y mi padre me echó de casa. Me alojé en la casa de mi hermana tres días, tras los cuales ella también me pidió que me fuera. Dijo que no podía contravenir la decisión de la familia. Un compañero de trabajo también se puso en contacto conmigo para decir que había oído hablar de mi conversión a la fe cristiana. Me explicó que ya no podía colaborar conmigo y me pidió que saliese de la oficina inmediatamente.  

Me encontré sin saber dónde ir, y llamé a la pareja misionera para preguntarles qué debía hacer. Me pusieron en contacto con un misionero que me ofreció un sitio en el que poder pasar unos días. La semana siguiente, esa pareja misionera recibió amenazas de muerte dirigidas a mí de parte de un grupo islámico en el que estaba involucrado mi hermano.  

En mi camino a la iglesia ese domingo, me encontré con mi hermano y otra persona esperándome a pocos metros de distancia. Corrí para refugiarme en la iglesia y pude escapar a través de una salida de emergencia que daba a otra calle. Sin embargo, esa noche, el pastor de la iglesia, que era suizo, vino a encontrarme y me pidió que dejara el país. Temía por mi vida y me dijo que me había convertido en una fuente de peligro, incluso para ellos. Si el gobierno tunecino conociera lo sucedido, también cerrarían la iglesia. 

A las 24 horas de esa conversación, salí de Túnez y me refugié en una granja en Suiza. Pasé cinco meses allí, y pude reconectar con Chawkat para ver si podía estudiar teología en Francia, un país con el que estaba más familiarizado. Afortunadamente, Dios abrió la puerta y en septiembre de 1987, unos pocos meses después de decidir seguir a Cristo, comencé mis estudios de teología en Francia. Ahora, décadas más tarde, tengo el honor de servir como Secretario Regional de IFES para ayudar a los estudiantes pioneros en el Medio Oriente y África del Norte (MENA). Alabemos a Dios por las maneras en las que ha hecho crecer el ministerio en mi propia región de origen, incluso en lugares extremadamente difíciles.  

Le pedimos que abra nuevas puertas, que nos equipe y nos dé amor y esperanza cuando nos involucremos con estudiantes internacionales y que nos sostenga.  

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